La jornada ha proseguido a las 13.00 horas con la conversación «Tenemos que hablar», que ha congregado al sociólogo francés Michel Wieviorka y a la doctora especialista en cuidados paliativos Kathryn Mannix, que han charlado sobre la presencia del humor en los momentos más complicados. «Las personas que están sufriendo son las únicas que tienen derecho a reírse de su sufrimiento», ha sentenciado Mannix, autora de volúmenes como Cuando el final se acerca (2018) y Las palabras que importan (2023), en relación a víctimas de distintas tragedias que asolan al mundo.
«El humor nos recuerda que la historia judía no está hecha sólo de sufrimiento», ha explicado el intelectual galo, discípulo del referente Alain Touraine y cuyo último ensayo rastrea la comicidad en el pueblo hebreo. Para el francés, es clave identificar cuándo nos reímos de «forma consciente o inconsciente. Hay que diferenciar: el humor puede estar lleno de buenas intenciones o de malas intenciones». Ha subrayado, además, la esencia que define el humor judío: «está en la autoedición… me burlo de mí mismo y lo hago de manera agradable. Basta el absurdo. Lo lleva hasta el absurdo, y eso permite deconstruir los prejuicios».
Ambos han abordado también el lugar que ocupa el humor en los momentos finales de la vida, cuando «colocamos todo en sus justas perspectivas», ha destacado Mannix, para quien los mensajes relevantes deben expresar «gratitud y amor»: «Son mensajes que repito una y otra vez, la gente necesita decir cosas como lo siente, te quiero». «Hay un humor —ha añadido— que es amable, que no es de carcajada, que no son chistes y que tiene que ver con estar al lado de las personas. Después de los funerales, cuando se sirve un poco de comida, hay pena, pero también hay risa».