El Foro de la Cultura, que en la tarde del domingo 6 de noviembre cerró en Burgos su segunda edición, reunió en el Teatro Principal al Secretario de Justicia, Derechos y Libertades del Partido Popular en el País Vasco, Iñaki Oyarzabal, a la catedrática de Derecho de la Universidad de Valladolid Marina Sáenz y al escritor Luisgé Martín en un diálogo en torno a la diversidad de género. Momentos antes de iniciarse el encuentro, el político vasco mostró su confianza en que en la legislatura que empieza se apruebe una ley de Identidad de Género, algo a lo que ayudará, en su opinión, la sensibilidad de la nueva titular del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat. «La ministra es sensible a estos temas», aseguró.
Oyarzábal apuntó la posibilidad de lograr la ansiada ley que proteja los derechos de homosexuales y transexuales después de que Marina Sáenz urgiese a la implicación política: «Esta legislatura tiene que salir una ley de Identidad de Género y contra la discriminación y la violencia contra estas personas. No se puede demorar más».
«Yo soy muy partidario de la visibilidad y de que los homosexuales y lesbianas lo hagan público», defendió Oyarzábal, quien recordó que «hay altos cargos en el Gobierno que no lo ocultan y el presidente es plenamente consciente de que tiene gente desempeñando labores importantes» que pertenecen a esos colectivos. Además, reconoció que desde el PP tiene que «impulsarse» la visibilidad de esta realidad, algo que, en su opinión, aún cuesta, y no solo en su partido, sino también en el PSOE. «También en la izquierda cuesta dar el paso», concluyó.
Implicada en organizaciones como la Fundación Triángulo, Marina Sáenz defendió el papel desarrollado desde esas plataformas, por haber conseguido esa visibilidad: «Si no, todavía estaríamos encerrados en alguna esquina sin salir a la calle, hemos ganado el derecho a las alamedas». El escritor Luisgé Martín, quien ha contado su proceso para asumir la homosexualidad en el libro El amor del revés, apuntó que hace falta «trabajar en las escuelas» para normalizar estas situaciones. «Mentiría si no dijese que soy moderadamente optimista», dijo al recordar que recientemente una profesora le pidió ejemplares dedicados para unos adolescentes que dieron el paso de contar que eran homosexuales tras una actividad en clase. El autor también expresó su fe en la capacidad de la literatura y el arte para ayudar a afrontar estas situaciones.