Richard M. Stallman, líder del movimiento de Software Libre, ha abierto esta mañana el programa de actividades de segunda jornada del III Foro de la Cultura con una ponencia en la que ha denunciado las prácticas de control y espionaje que efectúan las grandes corporaciones tecnológicas o digitales. Stallman ha comenzado su intervención pidiendo al público que no publicara fotos suyas en redes como Facebook, Twitter o WhatsApp. Son, ha afirmado, «tres tentáculos del mismo monstruo del seguimiento». Stallman ha satirizado sobre los límites del control y sobre nuestra falsa ilusión de seguridad: «Podemos pensar que la computadora hace lo que le pedimos pero, en realidad, siempre obedece a su verdadero amo y ese es otro». La libertad, ha dicho, pasa por el hecho de que los usuarios «podamos controlar el programa». En la práctica, avanzó, ese control implica varias libertades, entre ellas, «la libertad de consultar el código fuente o modificarlo».
El gurú informático, inventor del concepto de copyleft (que inspiró el posterior nacimiento de Creative Commons), ha denunciado que los softwares «privativos» de los productos de Microsoft, Apple, UBER, Spotify, Amazon o Netflix «generan un poder injusto que nos convierte en víctimas». Buscan, ha añadido, «imponer a los usuarios funcionalidades malévolas, nos espían y distribuyen nuestros datos». Stallman ha equiparado el software libre a un nuevo modelo de «ética digital» y ha reclamado activismo y mayor compromiso social. «Debemos aceptar la incomodidad que supone quedarnos fuera de la trampa», ha ironizado sobre las desventajas o sacrificios que implica no tener teléfono móvil o no usar determinadas aplicaciones informáticas. La contrapartida, aseguró, es mucho mejor: «Es nuestra libertad».
Stallman ha tenido palabras positivas para Richard Snowden, al que ha denominado «héroe», y ha comparado los productos de MIcrosoft y Apple con el universo que describió Orwell en su obra 1984: «No soporto la idea de someterme al espionaje. No podríamos tener democracia sin disidentes». Ha sido también muy crítico con la postura que adoptan los medios de comunicación y con la supuesta complicidad que vincula a las grandes empresas del sector digital con las agencias de espionaje. Ha reclamado la ayuda de las 300 personas que llenaban el Centro Cultural Cordón de la capital burgalesa para difundir su mensaje y la obligación moral de las escuelas y centros educativos para «enseñar software libre», algo —ha dicho— que tendría sentido si realmente queremos «formar a buenos ciudadanos». «Nuestra obligación —ha añadido—es forzar la migración de la escuela hacia el software libre. Podemos prever una larga lucha, pero tenemos que concienciar a otros colectivos y grupos sociales».