Boris Cyrulnik: «Un bolígrafo puede matar más que un fusil»

Boris Cyrulnik: «Un bolígrafo puede matar más que un fusil» 1600 1055 Foro de la Cultura

El psiquiatra y neurólogo francés Boris Cyrulnik, principal impulsor de la popularización del término «resiliencia», ha alertado de que «un bolígrafo puede matar más que un fusil» durante su intervención en la rueda de prensa de inauguración del VI Foro de la Cultura, que se extenderá entre hoy y el domingo y contará con más de cincuenta ponentes que debatirán sobre las distintas caras del odio, su origen y sus consecuencias en el Teatro Calderón de Valladolid. Cyrulnik, superviviente del Holocausto, ha incidido en que el odio no es «algo natural, sino que apareció con la civilización» y ha diferenciado entre lo que considera «odio ardiente», que define como aquel en el que se busca la «destrucción del adversario inmediatamente», y el «odio gélido», caracterizado por una «técnica que permite controlar esa pasión». «Es la técnica administrativa la que puede matar», ha deslizado el veterano investigador francés.

Junto a Cyrulnik, han intervenido el cineasta norteamericano Todd Solondz, el superviviente de los atentados contra Charlie Hebdo Philippe Lançon y el periodista de The New Yorker Andrew Marantz, así como el coordinador del Foro, Óscar Blanco. «La persona que odia no es libre, es la primera víctima de su propio odio», ha planteado Lançon, que ha definido a aquellos que viven por y para ello como «esclavos de esa pasión». «Hay tantas formas de amar como de odiar», ha expresado el cineasta Todd Solondz, para quien el «contexto» en el que tiene lugar ese sentimiento «es importantísimo». «El odio puede tener un aspecto positivo, si se utiliza para superar fuerzas o sistemas opresivos», ha reflexionado el autor de filmes como Happiness y Bienvenidos a la casa de muñecas.

Ante la relación entre el odio y la actualidad, con la guerra en Ucrania presente, los ponentes han coincidido en que no existe más odio que en épocas pasadas, pero que se visibiliza más debido al incremento de las tecnologías de la comunicación y, sobre todo, de las redes sociales. «Todo lo que se ve en Internet sucedía ya en la Grecia clásica», ha apuntado Marantz, especialista en el funcionamiento de la extrema derecha norteamericana en el contexto digital, para concluir con la aseveración de que «no hay nada nuevo bajo el sol».

«LA CULTURA DA UNA SENSACIÓN DE SEGURIDAD»

Boris Cyrulnik, que, de niño, sufrió la Segunda Guerra Mundial, donde perdió a familia directa en los campos de exterminio, y, con más edad, la Guerra de Argelia, confesó durante su intervención en el diálogo Odio ardiente, odio gélido, moderado por la periodista María Ramos, que jamás pensó que «ese horror se volvería a reproducir» y, sin embargo, ha ocurrido, dijo en referencia a la invasión rusa en Ucrania. «La guerra no está muy lejos, estaba convencido de que no volvería jamás, pero la tenemos a apenas unas horas de avión», ha recordado.

Para el autor francés, este conflicto «está legitimado por el odio», aunque, lejos de mostrarse pesimista, ha lanzado un mensaje de esperanza para las generaciones venideras, pues considera que hay una solución para evitar la violencia: la educación. «Estamos creando una nueva cultura, a los bebés les hay que dar confianza y herramientas para que puedan utilizar más la palabra y no la violencia», ha puntualizado. Asimismo, ha mencionado que, ahora, el enemigo es «el extranjero, el que no tiene el mismo color de piel o el que tiene una creencia diferente».

Cyrulnik también ha aprovechado su intervención para desgranar la relación entre su experiencia personal y el concepto de resiliencia. «No sé si soy un buen ejemplo», ha mencionado entre risas. «No tenía derecho de ir a la escuela, a los judíos en Francia se nos prohibió ir la escuela», ha explicado para, acto seguido, confesar que, cuando pudo recibir una educación estable, a pesar perder varios cursos, pudo adaptarse porque eso le dio confianza. «La cultura da una sensación de seguridad», ha planteado para indicar que la resiliencia no consiste en «olvidar el trauma», sino en «utilizar la desgracia para comprometerse con la sociedad». «No es lo más fácil, pero es posible», ha reconocido.


Ver el diálogo completo de Boris Cyrulnik: