La octava y más internacional edición del Foro de la Cultura concluía esta mañana en Valladolid. La jornada comenzaba con «Sujétame el cubata», un diálogo moderado por la periodista y escritora Marta Fernández, entre Juan Soto Ivars, periodista y escritor, y Joaquín Reyes, actor, humorista y dibujante. «El año pasado dije que la cultura de la cancelación no existía, que existía el patio de la crítica donde se refutan opiniones. Y un año después pienso igual», declaraba Joaquín Reyes nada más empezar en referencia a su intervención en el Foro de la pasada edición, que se hizo viral.
En cuanto a la cultura de la cancelación, Juan Soto Ivars expresaba que «es un término que me gusta poco. Empecé a investigar los linchamientos digitales, porque la tecnología donde se producía esa respuesta acababa constituyendo enjambres, y las empresas se asustaban de esos enjambres y despedían a la gente». «El castigo lo aplica un poder que está ofendido o no, que hace que instituciones retrocedan y, para no manchar su reputación, aparten a la gente», añadía.
«Hay casos muy diferentes. Algunos se han tramitado y juzgado, otros se enfrentan a una crisis reputacional, como en el caso de Karla Sofía Gascón… son cosas muy diferentes. Pero esencialmente creo que no existe ese miedo a hablar. Hay gente diciendo que la Tierra es plana y ahí están. No puede ser que haya miedo a hablar por ese poder y de repente estén esos casos», planteaba Joaquín Reyes y Juan Soto Ivars alegaba que «es paradójico».
Para Soto Ivars, «el fallo está en que por denunciar algo te conviertes en víctima y el otro en agresor. Puede parecer que a veces el acusado quede impune, pero en la cultura actual, la acusación es la condena. Nos hemos vuelto muy crédulos. Hay que animar a las víctimas a que denuncien, pero la denuncia se ha convertido en un arma». Joaquín, que se manifestó en desacuerdo, respondía: «No es que la acusación se convierta en la condena, es que ahora se da credibilidad al testimonio. Si se denuncia, se tiene que probar y contrastar. No encuentro ningún testimonio de un hombre que haya sido arruinado por una mujer despechada», ha sentenciado.
«Algunos humoristas dicen que no se puede hablar de nada, pero creo que estamos en un buen momento para el humor. Pero se necesita de la complicidad del público. Creo que el humor en las redes sociales no funciona, mezclamos espacios», exponía Joaquín Reyes. Soto Ivars respondía que «puede haber artistas racistas y no es ningún problema. Lo que se nos está diciendo es que si quieres estar en la industria, en caso de que pienses cosas fuera de la corrección política, te las tienes que callar. Es una sociedad hipócrita, la gente habla de cosas que posiblemente no piensa».
Joaquín Reyes compartió ante el numeroso público reunido en el Teatro Calderón su perspectiva respecto a la cultura de la cancelación en los organismos de poder: «Lo que me parece que hay que discutir son los mensajes que parece que se lanzan sin parar. No es el miedo a decir de todo, pero es que a los malos que gobiernan no se les cancela». Juan Soto Ivars, por su parte, ha expresado que «la posibilidad de la cancelación es una cosa endogámica, afecta dentro de tu sector».
De forma previa a la última conversación, programada a las 13:00 horas, la concejala de Educación y Cultura Irene Carvajal aseguró sobre el escenario que «el miedo es un instrumento de control, pero también una herramienta para vencer desafíos. Os invito a no tener miedo».
«Monstruos», el último de los diálogos de este Foro de la Cultura, estuvo moderado por César Combarros, periodista y responsable de Cultura de Agencia Ical, el escenario acogía a Alejandro Amenábar, director de cine, guionista y compositor; Desirée de Fez, crítica de cine, periodista, escritora y programadora, y Javier Botet, actor, director de cine e ilustrador.
«A nivel global nos preocupa el punto en el que está el mundo ahora. Hay miedo al presente y al futuro. Pero más a nivel íntimo y por la maternidad, los temas que me preocupan tienen que ver con la pérdida, el cuidado y la enfermedad», confesaba Desirée de Fez al ser preguntada por el miedo. Alejandro Amenábar, por su parte, admitía que ha sido un niño con muchos miedos y «el cine me ha ayudado a superarlos. Tengo miedo a la enfermedad, al deterioro cognitivo… pero no tengo miedo a la muerte», sentenció.
Javier Botet ha hablado de su experiencia personal: «Mucha gente tiene problemas que empieza a ir ocultando y no se enfrenta a esos miedos. Yo siempre he sido una persona con muy pocos miedos, que le gustaba ir de cabeza y echar menos piedras a la mochila. Pero creo que es porque de pequeño no se me dejó ocultar mis miedos. Yo era diferente y sabía que la vida era así. Una persona con mi enfermedad no sabe vivir de otra manera, pero aprendí que lo que me hace diferente podía ser algo ventajoso», admitía.
En cuanto a sus trayectorias profesionales, Desirée ha hablado de sentir «la intuición de que tenía que escribir sobre la maternidad y el autocuidado». «Quería hablar de los temas que me preocupaban, y creo que en los últimos años hemos hecho el clic las autoras, y todos los temas que han estado en el cine de terror, contarlos desde nuestras experiencias y emociones. Muchas mujeres han decidido contar los miedos que tenían, y lo han hecho con fuerza y virulencia. Se han metido dentro, no por cuestiones ególatras, sino por un sentimiento de comunidad, de necesitar contar algo», aseguró.
Botet, por su parte, considera que «el cine de terror es un ensayo en una zona segura. Si ves mucho drama, estás más preparado para el drama. Igual con el miedo: es un ejercicio de exponerte a ciertas emociones naturales desde un lugar seguro. Creo que ayuda a la gente a estar preparada». «Me gustaba el cine en general, pero me sentía especialmente atraído por las películas de terror, quizás por lo del entorno seguro: algo puede ir mal, pero tú estás en la seguridad de la sala. Te cura de espanto, es como vacunarte», agregaba Amenábar.
La cultura de la cancelación ha sido un tema recurrente también en esta segunda charla. «Me preocupa saber de qué manera se está expresando la opinión en los últimos años, y tiene que ver con las redes sociales. Me parece una falta de respeto a una obra que lleva muchos años crear. No me molesta tanto la crítica, sino cómo ventilamos algo muy rápido y los años que hay en un trabajo, los sacrificios de algo, no se valoran», expresó de Fez.
«Tiendo a pensar que el monstruo somos nosotros, y tengo esa contradicción también a la hora de retratar el malo en mis películas», prosiguió Amenábar y concluía Botet, «El monstruo no es más que un pequeño recipiente donde metemos esas amenazas de los seres humanos».
Al término de la charla, una breve actuación del artista vallisoletano Oihan sirvió como broche de oro al cierre de la octava edición del Foro de la Cultura, que arrancó el pasado jueves, 20 de febrero en Valladolid.