El impacto de la robótica en la economía y los efectos de la cuarta revolución industrial han sido protagonistas del primer encuentro programado por el III Foro de la Cultura en la tarde de hoy viernes, una conversación titulada Robots y empleo, hacia un nuevo paradigma. La mesa de debate ha reunido al investigador Takanori Shibata, creador del robot terapéutico PARO, el economista Emilio Ontiveros y Rubén Martínez García, director de desarrollo organizativo de ASTI, moderados por la periodista Belén Delgado.
Durante su intervención, Ontiveros ha reconocido que «los procesos tecnológicos han generado cierta ansiedad social. Hemos empezado a ver cómo la digitalización está arañando funciones que eran privativas del ser humano. La banca y los seguros son, de hecho, los principales usuarios de servicios digitales». Ontiveros ha advertido que esta nueva revolución 4.0 llega a Europa en un momento en el que «todavía duelen las heridas de la crisis, con una elevada tasa de desempleo y una renta inferior a 2007. Hay —ha señalado— razones para entender el temor de la sociedad. La respuesta no puede ser otra que compensar esas pérdidas de empleo con políticas públicas que amortigüen los daños que implican las tecnologías y la digitalización».
Para Rubén Martínez García, director de desarrollo organizativo de ASTI, el cambio trascendental de la revolución 4.0 afecta al aprendizaje y al desarrollo de nuevas competencias. «El talento sigue siendo la clave», ha defendido. ASTI supone un ejemplo de éxito y adaptación a una nueva economía. La empresa ha multiplicado exponencialmente en los últimos cuatro años su número de trabadores y es líder en el mercado europeo en la fabricación de soluciones automáticas para problemas de logística. Martínez García ha reclamado al Gobierno un plan o una hoja de ruta a medio y largo plazo y «mayor colaboración entre universidad y empresa». La robotización, ha explicado, «implica productividad y eficiencia. Nos llevará —ha afirmado— a jornadas laborales más cortas, próximas a las 30 horas semanales».
Takanori Shibata presentó su robot terapéutico PARO, una idea que nació en 1993. Hoy existen más de 5.000 modelos repartidos en una treintena de países. Pacientes afectados por el Alzheimer o niños afectados por autismo o síndrome de Down son, entre otros, algunos de los usuarios de este invento. Shibata destacó las utilidades de la tecnología: «Son herramientas muy útiles si las empleamos bien. Depende de nosotros». El inventor japonés ha mostrado la cara más amable de la robótica, aunque algunos de los efectos futuros son todavía una incógnita. Como en la primera oleada de las tecnologías digitales, se destruirán puestos de trabajo, pero se crearán otros, ha augurado Ontiveros, quien ha pedido comprensión «Tenemos que estar preparados para compensar temporalmente esas pérdidas de empleo con medidas que garanticen la no exclusión de las personas afectadas», ha sugerido. Porque «el progreso tecnológico es bueno a medio y largo plazo».