¿El humor es lo último que nos van a robar las máquinas? El imitador Raúl Pérez, la periodista especializada en tecnología y poder Marta Peirano y el ingeniero humanista Juan Ignacio Rouyet han reflexionado sobre esta cuestión en la charla «Inteligencia artificiosa», con la que ha concluido la jornada del sábado del VII Foro de la Cultura.
«El humor será la última resistencia; al menos, hoy por hoy», ha planteado Rouyeten una intervención moderada por la periodista de CyLTV María Ramos y en la que ha diferenciado entre «la matemática y el algoritmo» sobre los que se basan sistemas como ChatGPT y el componente «impredecible e inherente» a la comicidad. A esta argumentación se ha sumado Marta Peirano, para quien el humor «es contextual». «No existe un chiste perfecto, sino un momento perfecto para contar un chiste», ha ilustrado la autora de El enemigo conoce el sistema (2019), para quien el humor «es lo más delicado de la inteligencia».
En la misma línea se ha manifestado Pérez, que ha jalonado la conversación con distintas imitaciones de personajes de la esfera pública. «Lo cómico va a resistir —ha planteado el también ingeniero de telecomunicaciones—: es como el agua: siempre se abre camino».
Sobre ese componente que rodea y da sentido al humor han abundado los ponentes, que también han aludido a la necesidad de controles y límites al desarrollo de esta tecnología, cuya capacidad cognitiva —la que le permitiría aprender de forma verdaderamente autónoma— han puesto en duda. «Las máquinas pueden reproducir esquemas», ha explicado Rouyet para insistir en que estos modelos de aprendizaje se basan en la repetición y arremeter contra la idea instaurada de que la IA es más «ecuánime» que el ser humano.
«Es mentira que la inteligencia artificial diga la verdad», ha subrayado el responsable del blog Los robots no harán yoga, que ha recordado que la información y los datos en los que se basan estas tecnologías están suministrados en función de unos parámetros intencionados, y ha rechazado que sea necesario inculcar unos valores determinados a estas redes neuronales. «No se trata de que la inteligencia artificial tenga una cierta ética, sino que nosotros seamos éticos», ha sentenciado.